mi abandono tiene nombre y dirección. Mi cuerpo le pertenece a la nación desde los doce años. El engendro de la medianoche busca pecados en las habitaciones de una casa que le corresponde por ley divina. El juez entra, maldice y condena. Pero el pecado de pronto crece. El moho se desarrolla sin molestar, se extiende a través de un viejo ventanal. Su dolor es putrefacto. Huele a vertedero, dicen los demás. Mi abandono tiene nombre y lo voy a matar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario