La suicida y la noche
Madrecita, ya no me pida desde su habitación que apague la luz de la lámpara. Siga hojeando la revista y no piense tanto en nosotras. Y no se preocupe, porque yo cerraré el portón de madera cuando usted se duerma. Mañana pasaré a su trabajo e iremos al puerto de Talcahuano, ¿le parece? Ya, duérmase, madrecita.
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